London Blogging Night

¡Hola!


El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.


Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.



Patricia & Isabel


miércoles, 23 de enero de 2013

CAPÍTULO 10: Las últimas palabras de Eme

Aterricé en Barcelona a las 20:00 h, ni un minuto más ni uno menos. Con la precisión de un reloj suizo y la puntualidad propia de las tierras que había dejado atrás apenas dos horas antes. Me había pasado todo el vuelo pensando en Eme, observando con la mirada perdida a través de la ventanilla de mi asiento A11. Siempre he preferido el pasillo y en este viaje entendí por qué: la inmensidad del cielo puede resultar hipnotizadora. Por supuesto, Eme escogía siempre la ventanilla. El efecto narcótico de la visión le venía que ni pintado a su mundo interior.

Repasé con minuciosidad todos y cada uno de los momentos vividos con ella las últimas 72 horas, intentando encajar las piezas de un puzzle que no era capaz de armar. No entendía su comportamiento anárquico, esa autonomía que me excluía tantas veces. Quizá lo que envidiaba de ella era su valentía y lo único que intentaba era buscar un punto de desequilibrio, una brecha que desmontara esa determinación.

Me sentía una justiciera en busca de argumentos que explicaran por qué me había dejado regresar sola. Estaba enfadada, dolida. Sin embargo, creo que, en lo más profundo, sentía envidia de una forma de ser que le permitía ponerse el mundo por montera, mantenerse ajena a las opiniones de los demás, alejarse de los formalismos y del qué dirán.

Fue al oír la frase “mantengan sus teléfonos móviles apagados hasta que el avión esté totalmente parado” cuando regresé al mundo real. No sé qué tienen ciertas instrucciones que generan un deseo irrefrenable de hacer justo lo contrario de lo que dicen y esa era una de ellas. Por supuesto me lancé a la búsqueda y captura de mi móvil y lo devolví a su estado on line. En seguida empezó a vibrar y a dibujar con sus diferentes iconos el origen de las comunicaciones.

Le di al de Whatsapp. Era Marcus, mi “no-se-cómo-llamarle” desde hacía casi dos años. - Bienvenida cielo. Te espero en “salidas”. ¡Recuerda! No te líes como cada vez :-) TQ A&A.

Ais…¡¡¡¡Qué mono!!!!

- Lo de A&A era la firma habitual de sus despedidas: Adorable y Auténtica.
- Lo de TQ, pues eso, Te Odio, pero al revés.
- El emoticono :-), “nuestra sonrisa” dibujada por “defecto de serie”.
- Lo de salidas… manías suyas para no meter el coche en el parking. Pues sí, esa practicidad me había sacado en más de una ocasión de mis propios bucles. Le contesté en modo clandestino :-)))) Sí!!! Lo sé, salidas!!! Muá!!!!

Yo todavía no había utilizado jamás lo de TQ en mi firma. Sí le había llamado amor, sí le había llamado cielo... pero eso de TQ… Lo mío era un TO (te odio) que, por supuesto, él interpretaba justo al revés.

El icono de Twitter decidí dejarlo para el coche y el que sí abrí fue el gmail. Tenía un email de Eme… No pude dejar de abrirlo, por supuesto, a escondidas de la tripulación:

- “Hola, Sab. ¿Por qué eres tan cabezota? Ahora podríamos estar aquí las dos, caminando por Deptford, una de las zonas emergentes de Londres. Te encantaría. Está llena de galerías de arte y de estudios de diseño gráfico e interiorismo.

Además te quedarías embobada con el edificio de la Laban Dance Center, que resulta ser la escuela de danza más importante del mundo.

Yo no lo sabía, pero los arquitectos de esa escuela hicieron también el edificio del Fórum de Barcelona. ¡¡¡¡Te he imaginado bailando aquí!!!! Podríamos haber visitado juntas la galería de arte de Stephen (¿te he dicho que se llama Stephen?). ¡¡¡¡Habrías alucinado con la White Cube!!!! Y para tu estudio de señalética, la flipada de la de los baños. Ambas son obras de jóvenes artistas europeos. El de mujeres, de una tal Leonor Antunes. ¿La recuerdas? Fuimos a verla al Reina Sofía. (http://www.flickr.com/photos/museoreinasofia/sets/72157627057751544/). El de hombres era obra de Alastair Levy. Aquí te dejo su web, que te conozco y sé que, a pesar de tu enfado, te habré despertado el interés (www.alastairlevy.net).

Total, Sab, que siento que no estés aquí. Siento que estés cabreada. No era mi intención dejarte volver sola, pero sabes que soy así. ¡¡¡Para mi la vida es una gran naranja que hay que exprimir hasta la última gota!!!. Pero qué te cuento… si ya te has servido y bebido unos cuantos vasos de zumo conmigo… ¿¿¿Verdad, Sab??? 

Te quiero, amiga. ¡Prometo regresar en un par de días e irte a ver con una gran palmera de chocolate para que me perdones! Jejejeje

¡¡¡¡¡¡¡Un beso!!!!!!!!

PD: Contéstame…¿eh? Déjate de orgullos y dime que me perdonas… por favor, por favor, por favor. Plis, plis, plis…

EME

Reconozco que su e-mail me arrancó alguna que otra sonrisa. Y que tenía la extraña habilidad de hacer de mis enfados meros ardores de estómago. Además, sabía cómo manipularme haciendo que me interesara por el contenido más que por la forma. Esos datos tan de “Españoles en el mundo”. Esas referencias a mis extrañas aficiones como la de hacer un estudio de señalética de los baños de hombres y mujeres. Esa alusión a uno de mis caprichos favoritos: la palmera de chocolate…

Sin embargo, no contesté. La azafata de turno me interceptó y obligó a dejarlo para otro momento. Momento que nunca llegó. Esa fue la última comunicación que tuve con Eme hasta muchos años después. Nunca me he perdonado no haber hecho de “ese u otro” momento” “EL” momento para contestar.

Le hubiera dicho que de acuerdo a lo de la palmera. Que me debía una entrada para la White Cube y unas clases en la Laban Dance Center. Y que, sobre todo, me diera un abrazo para olvidarlo todo. (Por no hablar de los detalles más escabrosos con ese tal Stephen que debía relatar).

Vi a Marcus en “Salidas” con una gran sonrisa. Me fundí con él en un abrazo y le besé. Olvidé a Eme y su e-mail. Recuperé las riendas de mi vida. Y me sumí en mi propia historia.

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