London Blogging Night

¡Hola!


El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.


Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.



Patricia & Isabel


miércoles, 23 de enero de 2013

CAPÍTULO 4: Eme gana el primer duelo

Aunque yo estaba absorta en mis pensamientos bajo el cielo estrellado, lejos de mi amiga y de sus verdaderas intenciones, la manera en que Eme se hizo dueña de la atención de Mister X (así le llamé yo hasta meses después, cuando empezó la “gran pesadilla”) podría recrearla con la precisión de un bisturí: 

Imaginé a Eme dirigiéndose a por nuestras bebidas y cómo el cruce del destino hizo que se percatara de la presencia de un atractivo caballero, imán de todas las miradas. Nada le produciría más curiosidad en ese instante que averiguar si detrás de esa presencia había un discurso con sentido o se trataba del escaparate de otro producto sobre valorado. Podía intuir cómo, siguiendo la estela de los designios divinos, decidió acercarse al grupo de Mister X decidida a tentar a la suerte. La imaginé también evaluando todas las posibilidades, activando su versión "premium" para aumentar las expectativas de éxito.

Estoy segura que Eme ni siquiera había incluido en el tablero de juego otras piezas, conocedora de que el envite sería un duelo de titanes entre Mr. X y ella misma. Tenía sobrada seguridad en su capacidad de seducción y ansiaba asumir un nuevo desafío. Así fue casi con toda certeza.

Lo que ocurrió después transcurrió ante mí como un pase especial del pre estreno al que asistes invitada por el propio director.

Allí estaba yo, en primera fila. Allí estaba Eme, custodiando nuestras bebidas a modo de ofrendas, aguardando con su mejor sonrisa. Brillaba como la luna, pura y resplandeciente, ejerciendo el mismo fenómeno de atracción sobre los cuerpos de su órbita. Mr. X no tardó en caer en su influencia gravitatoria. Había lanzado una pregunta a su audiencia sobre el hotel Me. ¿Cuál sería el servicio más selecto que este hotel debería ofrecer a sus clientes, haciendo gala de la imagen de exquisitez que quiere proyectar? Algunos empezaron a emitir sonidos casi guturales, frases sin sentido o respuestas estereotipadas que no complacieron las expectativas de Mr. X. Fue entonces cuando en actitud desafiante fijó la mirada en Eme y, como teniéndole el guante, la invitó a participar en ese duelo de dos. Ella no se amilanó y recogió el testigo graciosamente: En mi opinión - empezó de forma serena - un hotel de estas características debería preguntar a los clientes de la Suite Me sobre la piscina exterior ¿desean el agua de la piscina “con gas o sin gas”?. Siempre me había sorprendido de ella su capacidad de utilizar la sencillez y elocuencia para resolver situaciones difíciles o absurdas. Sin embargo, en esta ocasión, me descubrí ante la avidez con la que fue capaz de esgrimir una respuesta ocurrente y a la vez tan descriptiva de lo que significa un servicio altamente personalizado. El silencio que se había generado sólo se quebró con el sonido acompasado de las palmas de Mr. X. Tras haber asumido su derrota y convertido en su incondicional fan se levantó en busca de su hábil rival. Besó su mano de forma algo caricaturesca diría yo y la invitó a acompañarles ocupando la mejor tribuna, junto a él. Eme ya había conseguido parte de su objetivo. Ahora Mr. X empezaba a trenzar la estrategia para conseguir el suyo.

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