London Blogging Night

¡Hola!


El relato con el que inauguramos esta aventura se tituló London Bloggin Night y es una historia de amistad con todos los ingredientes de una novela de intriga: una desaparición misteriosa, un personaje siniestro, pasiones, miedos e incertidumbres. Puedes encontrar los 47 capítulos en el archivo.


Ahora iniciamos una Isla de Relatos (casi perversa) donde intentaremos contar historias que os evadan un rato, a la vez que os provoquen. Queremos que paséis un tiempo, sea el que sea, pero que sea memorable.



Patricia & Isabel


miércoles, 23 de enero de 2013

CAPÍTULO 9: Allí estaba Eme y su "Eme propuesta"

Llegué de mi paseo por Notting Hill con millones de duendecillos clavándome sus puñales en los pies. Ansiaba desprenderme de esas botas adquiridas por Internet a un 60% de su precio y que lucía con la satisfacción que proporciona la experiencia de la compra de un producto de lujo a precio de outlet. Imaginaba la estampa de mis piernas en alto en la primera superficie que me lo permitiera, desafiando la ley de la gravedad y desviando el sentido de la circulación de mi sangre.

Llegaba exhausta y expectante, la verdad, ante lo que me depararía mi querida amiga Eme. Y allí estaba ella. Enfundada en su camisón raso de color negro, con el pelo revuelto y con restos de maquillaje a modo de testigo, mudo pero evidente, de una noche en la que ya lo has rentabilizado sobradamente. Lo de menos, si llegas al alba y con el cuerpo molido, es borrar los rastros que te han embellecido a la salida. Aún con suerte atinas a pensar en si debes ponerte la crema de noche, o quizá mejor ya la de día, atendiendo a la hora.




Eme resultaba atractiva hasta en su estado menos vital. Su cuerpo parecía doblegarse con gracia incluso para dormir. Podía llegar a pensarse que la escena había estado preparada. Creo que tenía que ver con la longitud. Todo en ella era alargado, como pintado por los trazos de un Greco, por supuesto embelesado ante el potencial de ese cuerpo. No parecía frágil, sino más bien armonioso. Sus formas estaban perfectamente compensadas y proporcionadas. No sobraba ni faltaba nada. Porque la casi inapreciable falta de curvas en sus formas se compensaba con la estela de un temperamento impetuoso.

Verla así, tan perfecta, tan serena, tan ajena a mi preocupación por ella, me hizo olvidar los pinchazos que esos puñeteros duendecillos seguían dándome como para querer salir de la coraza que suponían mis botas. 

No sabía si gritar su nombre con fuerza, alto y claro, como para abofetearla verbalmente con su propia mención o interpretar el drama de mi enfado en tono soprano representando mi mejor papel. Al final opté por una tercera opción, más en la línea de mi discreta existencia, que consistió en arreglar la habitación, eso sí, haciendo con cada cosa un instrumento musical estridente. Finalmente, la desperté.

Me miró con esa carilla que ponen los niños cuando saben que tu primera frase va a ser: “Te lo dije”. Me desarmaba la forma ovalada en que se le entornaban los ojos y ese brillo que emanaban, mezcla de lágrimas de cocodrilo contenidas y “despertar ocular”. Pero, de igual forma, esas señales auguraban el preludio de un pasaje tormentoso… Así que me preparé.

- Buenos días, mi querida Sabela – me dijo.

- Buenos días, Eme. Aunque debería decir "tardes", guapa. ¿Sabes qué hora es? Deberíamos estar dejando la habitación en tres horas.

- Ais…De eso quería yo hablar. Verás Sab… anoche… ¡qué noche! No dejé que acabara…

- ¿Es muy largo, Eme? En serio, tenemos prisa. Si eso, me lo puedes contar en el avión, ¿no te parece?

- Quería proponerte que nos quedáramos un par de días más, Sab. Yo corro con todos los gastos, obviamente. ¡¡¡Por favor, por favor!!! Hemos trabajado muy duro este año y... ¡nos merecemos un par de días de relax! Para ti y para mi.

- ¿Pero qué dices, Eme? ¿A qué viene esto? ¿Es por el tío de anoche?

- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Noooooooo!!!!!!!!!!!! Es por ti, por mi, por nosotras, por Londres, por la London Blogging Night…

- Vaya... Es por él. Mira, Eme: No me apetece asistir a vuestro pavoneo y creo que os soy del todo innecesaria. Si quieres, quédate tú. Yo quiero llegar a casa, acabar el artículo sobre la fiesta de ayer y cobrar la cuantiosa suma que nos darán por él. Entonces, y sólo entonces, me tiraré en la playa que más me apetezca a descansar. Si quieres quedarte, quédate. Pero yo, hoy, dormiré en mi cama. Eso tenlo por seguro.

- ¡¡¡¡Mira que eres rancia, Sab!!!! ¡No sé por qué me había podido imaginar que mi propuesta de cambio de planes iba a colar! Tú, siempre tan responsable, tan organizada, ¡¡¡¡tan y tan y tan!!!! Hija…deberías vivir más las emociones del momento, improvisar, dejarte llevar. ¡La vida son dos días!

- Contigo no. Eme – la interrumpí. Contigo, la vida son dos segundos, de tanto que la sorbes. Y me parece bien. Siempre te he seguido. Siempre te he querido así. Pero no intentes arrastrarme cuando no quiero esa corriente. Yo no intento cambiarte a ti. Pero tampoco lo intentes tú conmigo. Haces que me enfade, Eme. Yo no soy peor que tú. Soy distinta. Siempre lo hemos sido. Acéptame de una vez tal y como soy.

- Qué trascendental te pones, hija. Sólo quiero quedarme un par de días y visitar Londres. Ayer vi la pinta de una galería que sé que nos encantaría. Pero tú misma. Vete tú. Yo me quedaré, ¿vale?

- Vale. Como quieras.

Y así, con ese “como quieras”, acabé con la conversación durante todo el tiempo que nos quedaba. Apenas medié un par de monosílabos más y salí de ahí con el estruendo que mi maleta provocaba al arrastrarse tras de mi. Me sentía mal. Sobre todo porque no vi en Eme el menor atisbo de duda. No le importó dejar que volviera a Barcelona yo sola. No le importó que yo acabara el trabajo por el que nos habían contratado a las dos. No le importó que de nuevo, una vez más, como tantas y tantas otras, yo hubiese quedado como la aburrida y controladora dueña de mi vida y ella la aventurera, la atrevida y desafiante de la suya.

Esa fue la última imagen que tuve de ella hasta mucho tiempo después, cuando la realidad de lo sucedido tiñó de oscuro todos los recuerdos, como queriéndolos borrar dramáticamente.

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